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Un día en la salud de Chelsea Jackson Roberts, una yogui de Atlanta

Christina Joseph Por Christina Joseph

En el loft que comparte con su esposo Shane en Atlanta, Chelsea Jackson Roberts sale de la habitación en silencio y se dirige hacia la puerta corrediza de la sala de estar. La abre un poquito para que entre un poco de aire fresco y para disfrutar de la luz matinal antes de sentarse en su colchoneta de meditación para comenzar con sus ejercicios de respiración diarios. Es una rutina simple pero fundamental para esta solicitada mujer de 38 años, en cuyo innovador campamento de verano se usa el yoga y la narración para desarrollar habilidades de alfabetización en niñas adolescentes de color.

La idea surgió hace cinco años, como un caso de estudio para su tesis doctoral sobre lenguaje, alfabetización, cultura y yoga de la Universidad Emory (Emory University). En 2013, Roberts amplió el estudio para incluir un campamento anual en su alma máter universitaria, la universidad Spelman College. Actualmente, a través de su organización sin fines de lucro Red Clay Yoga, la maestra convertida en yogui enseña y genera conciencia sobre la juventud marginada.

Hablamos con la nativa de Dayton, Ohio, antes de que se fuera a un taller en Virginia para conocer cómo es un día normal cuando no está en la carretera. ¿De qué manera trabaja para lograr sus objetivos de salud?

6:30 a. m. Solía pensar que tenía que levantarme y practicar yoga todos los días, y eso me condicionaba para no hacerlo. Ahora, mi objetivo es hacer un ejercicio de respiración simple, que es algo realista y más práctico. Puede durar solo 10 minutos. Es una manera de concentrarme antes de encender la computadora, revisar Instagram y escuchar los correos de voz. La respiración consciente me permite mantenerme enfocada, así como también tener una actitud abierta y mantener los pies sobre la tierra.

6:45 a. m. Voy a la cocina a prepararme un té de jengibre y comer una fruta. Independientemente de la estación del año que sea, el té de jengibre me da energía para el día. Además, beber algo en la mañana me ayuda a no encender la computadora de inmediato. De lo contrario, pasarían entre 30 y 60 minutos antes de que coma algo.

7:30 a. m. Respondo mensajes de correo electrónico y pienso sobre la semana. Me gustan las listas de verificación; por lo tanto, siempre tengo notas para la semana, las cuales probablemente escribí el domingo a la tarde y que reviso y controlo en este momento. También reviso las redes sociales. Intento ponerme al día con las novedades de las personas a las que sigo.

9:30 a. m. Shane y yo tratamos de salir temprano, cuando el calor de Georgia no es tan insoportable. Vamos a la pista comunitaria local y damos una vuelta trotando. Él me hace hacer ejercicios de entrenamiento de circuito. Shane fue entrenador personal en su vida pasada, y aún le interesa mucho el bienestar físico. Si no entreno de manera intensa con él, camino por una serie de senderos alrededor de Atlanta llamada "Belt Line".

11:00 a. m. Shane y yo trabajamos desde casa. Él es escritor, pero también está muy involucrado en Red Clay Yoga. Si no estoy de viaje, trabajamos juntos en eso y en mi blog, Chelsea Loves Yoga. Estamos desarrollando un nuevo plan de estudio para el campamento, ya que estamos haciendo la transición hacia un programa anual. Estamos comenzando a avanzar un poco más rápido con este proyecto, gracias al apoyo y a las subvenciones que recibimos.

1:00 p. m. Mientras trabajamos, es posible que Shane vaya hasta la cocina y comience a preparar el almuerzo. Sin duda, realizamos varias tareas a la vez. Después de trabajar durante tres o cuatro horas, necesito un descanso. Como mi plato más importante del día durante la tarde. Estoy obsesionada con las hamburguesas veganas. O bien, como un trozo de salmón con arroz y brócoli, o quizás una ensalada grande con proteínas. Soy equilibrada y consciente con respecto a la alimentación, pero no dejo de comer las cosas que realmente me gustan.

3:00 p. m. Comencé a hacer al menos una cosa por mí cada día, para cuidarme. Ya sea recibir un masaje de pies de 30 minutos o alquilar dos bicicletas para dar un paseo con Shane durante la tarde. Tomo una clase de yoga restaurador o yin yoga en el centro de la otra directora de mi campamento, Octavia Raheem. Este es un momento para recargar energías y comenzar la segunda parte del día, especialmente debido a que el manejo de redes sociales es un compromiso de 24 horas.

5:00 p. m. Es posible que comience a trabajar otra vez. Solía tener un horario bastante estándar cuando era maestra de escuela. Ahora, trabajo prácticamente sin parar.

7:30 p. m. Trato de comer antes de que se esconda el sol, a menos que tenga una reunión de trabajo. Me encantan las sopas, como el curry tailandés o cualquier tipo de sopa de vegetales. Es posible que coma pescado durante la cena. Mantengo la cena lo más liviana posible. Estoy muy en sintonía con mi sistema digestivo, y el yoga me ayuda a ser más consciente. También somos afortunados de tener excelentes restaurantes en Atlanta. Me encantan Soul Vegetarian y una casa de té llamada Just Add Honey en el mercado Sweet Auburn Curb Market.

9:00 p. m. Estoy tratando de desprenderme un poco de las redes sociales, resistiendo el deseo de ver constantemente lo que está ocurriendo. Se trata de estar presente en el hogar y desconectarse. Leo libros sobre yoga; Jessamyn Stanley acaba de publicar uno. Leo a poetisas negras debido al trabajo que hago en el campamento, y a escritoras como Bell Hooks. Me gustan todas las antologías centradas principalmente en las mujeres negras y en nuestras experiencias. O Shane y yo miramos nuestros programas favoritos juntos, como The Get Down, Insecure y Game of Thrones, hasta cerca de las 10 en punto. Luego, nos vamos a dormir.

Para llevar una vida plena, Roberts debe recordar que necesita tiempo para ella. Con eso en mente, usa el yoga para ayudar a niñas de color a entenderse a sí mismas y a entender el mundo en que viven, así como también a nutrir sus mentes a través del arte y la literatura.

Sobre la autora

Christina Joseph Robinson es una editora y escritora veterana de Nueva Jersey a quien todavía le encanta leer el periódico a la antigua. Tiene dos hijas a las que intenta inculcarles la importancia de comer frutas y verduras y, de este modo, lograr un equilibrio con todas las golosinas que les compra la abuela. El objetivo de salud de Christina es reanudar su rutina de ejercicios después de haberla abandonado por lesiones.

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