La vacuna puede ayudar a prevenir la infección y no solo del herpes zóster. Una persona sana puede contraer varicela si entra en contacto con alguien que tenga herpes zóster. Las personas que han tenido varicela también pueden contraer herpes zóster más adelante.
Las vacunas contra el herpes zóster son muy eficaces. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) afirman que la vacuna previene la infección en el 97 % de los adultos de 50 a 69 años con sistemas inmunitarios saludables. También tiene una eficacia de entre un 68 % y un 91 % en adultos con sistemas inmunitarios debilitados. Además, la vacuna mantiene su efectividad durante años. En personas de 70 años o más, los niveles de inmunidad se mantuvieron elevados durante siete años tras la vacunación.*
La experiencia del herpes zóster por sí sola es una razón para vacunarse. La erupción puede ser muy molesta y causar dolor y picor. Y una vez que comienza un brote, puede durar varias semanas. También puede tener síntomas como fatiga y fiebre durante este periodo. En casos extremos, el herpes zóster puede causar más infecciones cutáneas e incluso daños duraderos en la vista. También pueden quedar cicatrices de herpes zóster en la piel.