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La esperanzadora guía para prevenir y tratar la demencia
“Hoy me siento bastante bien. Esto no pasa todos los días, por supuesto”, explica Jim, que hace poco tuvo la confirmación del diagnóstico de demencia con cuerpos de Lewy a los 79 años. Durante años, tuvo síntomas ante los cuales sus médicos se sentían desorientados, por ejemplo, alteraciones del sueño y mareos. Al ser un fanático de la salud y un optimista nato, Jim continuó jugando al básquetbol con sus amigos en un gimnasio cerca de su hogar. Conducía su automóvil para ir a los partidos con sus amigos e ir de visita a la casa de su nieto, a pesar de unos accidentes leves que tuvo recientemente.
El diagnóstico fue un golpe de realidad. “Probablemente me saquen la licencia de conducir”, reflexiona resignado. “Yo accedí a no manejar porque me lo pidió el médico, pero no lo tengo prohibido. Es tan duro perder la licencia: es definitivo”.
“Ahora realmente se encuentra en paz”, nos cuenta Christy, su esposa desde hace 50 años. “Después del diagnóstico, preparó de inmediato una lista de cosas para hacer.Él trataba de dejarme tranquila a mí. No quería que me preocupara”. Juntos, fueron aprendiendo sobre la enfermedad y asistieron a grupos de apoyo para escuchar lo que otros tenían para compartir. Aun así, Jim admite: “Hay muchos aspectos que desconozco. Me gustaría saber más”.
Muchos adultos sienten miedo ante las palabras “alzhéimer” y “demencia”. Pero poco saben sobre estos términos. Los cambios en la memoria y el pensamiento, ¿son parte natural del proceso de envejecer? ¿Se puede prevenir la demencia? Aunque los médicos admiten no tener todas las respuestas, sí tienen fuertes sospechas sobre cómo reducir los riesgos.
¿Qué es la demencia?
“Demencia” se refiere a un deterioro en la capacidad intelectual que afecta el funcionamiento social y la vida cotidiana del paciente. Es más que pérdida de memoria; entre los síntomas se incluyen desorientación, menor capacidad de concentración, lentitud en el tiempo de respuesta y cambios en la personalidad y en el estado de ánimo. La palabra “senilidad” (un término anticuado para referirse al deterioro físico y mental) solía ser sinónimo del proceso de envejecimiento. “En la facultad de medicina, nos enseñaban que la senilidad era inevitable; para algunos, llegaría antes y para otros, después”, explica la Dra. Gabriela Cora, MD, psiquiatra.
Hoy, se sabe que la demencia está lejos de ser inevitable. Cerca de 1 de cada 10 estadounidenses desarrollan alzhéimer, una enfermedad responsable de la mitad de todos los casos de demencia. Los índices varían según la cultura; esto sugiere que factores como la alimentación, el nivel educativo y la atención de salud adecuada tienen un impacto en el desarrollo de la enfermedad. Los investigadores están poniendo a prueba algunas intervenciones para prevenir o retrasar la aparición de la demencia.
La demencia afecta a 50 millones de personas en todo el mundo.
Se calcula que para 2050 esa cifra ascenderá a 150 millones.
En cuanto a la mala memoria y los olvidos, estos, en efecto, aumentan naturalmente con la edad, según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento. “La distracción normal suele ser el resultado de no prestar atención”, explica la Dra. Cora, que una vez llevó a cabo una investigación sobre demencia en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares. “Por ejemplo, llego a casa, dejo las llaves por ahí y después no recuerdo dónde las puse. Eso no es un signo de demencia. No hice ningún esfuerzo por retener esa información. Este tipo de cosas puede empeorar a medida que envejecemos, especialmente, cuando estamos en lugares a los que no estamos habituados”.
Detectar la causa subyacente de la demencia es importante para poder realizar el tratamiento más efectivo. La enfermedad de Alzheimer está asociada a un proceso inflamatorio (hinchazón) en el cerebro, mientras que la demencia vascular es producto de un bloqueo o estrechamiento de los vasos sanguíneos. Muchas otras afecciones de salud pueden derivar en problemas cognitivos, como infecciones (la enfermedad de Lyme y el sida), abuso de alcohol, coágulos sanguíneos, entre otros. En ocasiones, la demencia se debe a diferentes causas, y cierto tipo de demencia predispone al cerebro a determinados problemas. Los médicos suelen ver coincidencias entre el alzhéimer y la demencia vascular, o el abuso de alcohol y la presencia de un coágulo sanguíneo debido a una caída.
Tipos de demencia
La demencia es un término general que incluye distintas causas físicas del deterioro cognitivo.
Causas reversibles
Deficiencia de vitaminas, hipotiroidismo, coágulos de sangre o infecciones.
Enfermedad de Alzheimer
Causada por la formación de placas y ovillos de proteína.
Cuerpos de Lewy
Una forma de la enfermedad de Parkinson.
Causas vasculares
Surgen por la falta de irrigación sanguínea o un ataque cerebral.
Degeneración del lóbulo frontotemporal
Enfermedad que conduce a la atrofia.
Otras causas
Lesiones cerebrales, tumores, abuso de alcohol, enfermedades.
Tipos de demencia
La demencia es un término general que incluye distintas causas físicas del deterioro cognitivo.
Causas reversibles
Deficiencia de vitaminas, hipotiroidismo, coágulos de sangre o infecciones.
Enfermedad de Alzheimer
Causada por la formación de placas y ovillos de proteína.
Cuerpos de Lewy
Una forma de la enfermedad de Parkinson.
Causas vasculares
Surgen por la falta de irrigación sanguínea o un ataque cerebral.
Degeneración del lóbulo frontotemporal
Enfermedad que conduce a la atrofia.
Otras causas
Lesiones cerebrales, tumores, abuso de alcohol, enfermedades.
¿Por qué es tan importante diagnosticarla en una etapa temprana de la enfermedad?
Cuando un paciente llega al consultorio con síntomas cognitivos, los médicos consideran la historia clínica, la gravedad de los síntomas y la velocidad de su aparición. “Algunas formas de demencia son reversibles con tratamiento”, dice John Moore, osteópata, director médico de Aetna y especialista sénior en salud. “Es muy importante consultar a su médico de atención primaria si sospecha que usted, o alguien que usted cuida, presenta signos de demencia”.
No existe una prueba concluyente para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer. Los médicos suelen llegar al diagnóstico de alzhéimer luego de descartar otras posibilidades que sí pueden confirmarse con pruebas. Por ejemplo:
- Exámenes físicos y neurológicos: Se evalúan los reflejos, los movimientos oculares, la marcha y el equilibrio.
- Pruebas de laboratorio: Los análisis de sangre pueden indicar la presencia de enfermedades cardiovasculares, entre otras afecciones subyacentes.
- Diagnóstico por imágenes cerebrales: Como último recurso, una resonancia magnética o tomografía computarizada pueden utilizarse para detectar la presencia de un tumor, ataque cerebral o coágulo sanguíneo.
Las causas potencialmente curables de la demencia pueden ser, entre otras, la deficiencia de vitaminas, los problemas de tiroides, el estrés y la depresión (más información, a continuación). También es común encontrar casos de demencia por reacciones a medicamentos con receta. A medida que envejecemos, el hígado y los riñones se vuelven más lentos, lo cual hace que los medicamentos permanezcan más tiempo en nuestro organismo. Ajustar la dosis y el momento de las tomas puede eliminar las acumulaciones de químicos con efectos tóxicos en las células cerebrales.
¿Se puede tratar la demencia?
Existen medicamentos y otros tratamientos disponibles para retrasar el progreso de algunas formas de deterioro cognitivo. Una vez más, la detección temprana resulta clave. En las pruebas clínicas, por lo general, se aceptan participantes en etapas tempranas de la demencia exclusivamente. “Por lo que se sabe hasta ahora, en la mayoría de los casos de demencia, el proceso es irreversible”, explica la Dra. Cora. “Sin embargo, se dice que con algunos medicamentos, es posible mantener niveles de memoria más altos”.
Mediante estudios realizados, se ha demostrado que con algunos suplementos comerciales y a base de ginkgo biloba promocionados como “estimulantes cerebrales”, no se obtienen beneficios cuantificables. Además, se puede producir una interacción con los medicamentos con receta, lo cual puede realmente empeorar los problemas de salud y memoria. Con los juegos cognitivos en línea, tampoco se mejora el desempeño cerebral. En cuanto a las noticias sobre el consumo de fresas, té verde o aceite de oliva para revertir los síntomas del alzhéimer, no es tan sencillo. Ahora bien, si le gustan esos alimentos, duplicar su ingesta no le hará ningún daño.
Muchas personas con demencia también presentan otros trastornos, que se exacerban entre sí. Mediante un enfoque integral del tratamiento de la demencia, es más probable retardar los efectos de la enfermedad y permitir que los individuos disfruten de la vida por más tiempo. Esto implica controlar la enfermedad subyacente, atender la salud mental y recibir ayuda para controlar la medicación y la vida cotidiana.
Algunos expertos creen que la clave para el tratamiento de la demencia está en el momento en que se empieza a tratar. Aunque el diagnóstico se defina más adelante en la vida, la demencia se va desarrollando a lo largo de los años (incluso décadas), primero de un modo silencioso, sin síntomas detectables. “Personalmente, creo que el tratamiento debe comenzar antes de la aparición de los problemas de memoria”, sostiene la Dra. Cora. “Existe una correlación entre la demencia y la enfermedad cardíaca, la diabetes, el colesterol alto y la presión sanguínea elevada. Cuanto más saludable se esté, más favorable será el pronóstico de demencia”.
Si tiene problemas para controlar la enfermedad, a través de su seguro de salud, puede obtener ayuda. Los asesores de Aetna Resources For Living pueden ayudarlo a coordinar algunos servicios de apoyo, como envío de comidas a domicilio, cuidado de mascotas, limpieza del hogar, entre otros. Mediante el Programa de Manejo de Terapia de Medicamentos (MTM), obtiene ayuda para controlar sus medicamentos con receta y coordinar con el médico para resolver cualquier inconveniente.
¿Se puede prevenir la demencia?
Algunos investigadores estiman que el 35 % del riesgo de desarrollar demencia se podría modificar o está dentro del control del paciente. Algunos de estos factores parecen razonables a simple vista. Otros pueden parecer forzados, pero si los analizamos en profundidad, comprenderemos mejor la dimensión de los desafíos de estudiar y controlar los trastornos cerebrales.
Al menos el 35 % de los factores de riesgo de la demencia pueden controlarse. Mientras más saludable esté, menos probabilidad habrá de que factores como la genética y la edad contribuyan a la enfermedad.
58 % edad
7 % genética
9 % pérdida auditiva
8 % educación
5 % fumar
4 % depresión
3 % falta de actividad física
2 % presión sanguínea alta
2 % aislamiento social
Fue hace muy poco tiempo que se reconoció la importancia de la audición para la salud cerebral, aunque la relación todavía es confusa. Una posibilidad es que los vasos sanguíneos obstruidos que provocan la demencia vascular también contribuyan a la pérdida auditiva. Otra teoría es que, debido al estrés que sufre el cerebro por la pérdida de la audición, se produce una reducción de la energía y del espacio cerebrales para realizar otras tareas. Como consecuencia de los problemas de audición, también pueden presentarse situaciones de aislamiento social y depresión, lo cual acelera la atrofia cerebral. Dado que 1 de cada 3 personas mayores de 55 años tiene algún tipo de dificultad de audición, controlar la pérdida auditiva puede tener un impacto significativo en la demencia, si se lo aborda como un problema de salud pública.
Sin lugar a dudas, otros factores también entran en juego. Los impedimentos visuales actúan de un modo similar a la pérdida de audición. Se sabe que debido a los trastornos del sueño, se producen alteraciones en funciones esenciales del cerebro. Y existen algunas pruebas de que a causa de la polución ambiental, se acelera la degeneración cerebral de distintas maneras.
¿Es la resiliencia la mejor defensa contra la demencia?
Curiosamente, algunas personas con signos físicos de alzhéimer, demencia vascular, demencia con cuerpos de Lewy (e incluso las tres enfermedades juntas) no presentan ningún síntoma cognitivo. El motivo es un misterio. La comunidad médica se refiere a esta resistencia al deterioro como “resiliencia” o “reserva cognitiva”. “No sobemos mucho al respecto”, admite la Dra. Cora. “Pero cuanto más usamos el cerebro (es decir, hacemos conexiones y asociaciones), a este le resulta más sencillo buscar otros caminos para resolver problemas”.
Tener una actitud proactiva puede reducir el riesgo de sufrir problemas cognitivos. Sus prioridades se determinarán según la edad.
Primero debe ocuparse de cualquier enfermedad que tenga y, luego, desarrollar hábitos más saludables para su vida.
20 años o más:
Haga ejercicio.
No fume.
Trate la diabetes.
Participe en actividades sociales.
Maneje la depresión.
Mantenga un peso saludable.
45 años o más:
Controle la presión sanguínea alta.
65 años o más:
Controle la pérdida de la audición.
Cinco formas de tener un cerebro fuerte
Algunas actividades son particularmente buenas para fortalecer las conexiones neuronales y mantener el cerebro activo. La Dra. Cora recomienda lo siguiente:
- Aprender un nuevo idioma.
- Tocar un instrumento.
- Hacer artesanías con las manos.
- Escribir con la mano no dominante.
- Practicar relajaciones guiadas, como meditación, oraciones o escuchar música.
La estimulación intelectual se puede practicar a cualquier edad. “Algunos de mis amigos dicen que no pueden aprender cosas nuevas. ¡Yo les digo que eso no es cierto!”, afirma la Dra. Cora. “Pero si uno cree que eso es verdad, termina estancándose. El cerebro puede funcionar con agilidad mientras envejecemos. Yo tengo esperanzas”.
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Sobre la autora
Maureen Shelly es una aficionada a la salud y la ciencia que vive en la ciudad de Nueva York.
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