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“Piensas lo peor”: una madre lucha contra el cáncer de mama, dos veces

Bonnie Vengrow Por Bonnie Vengrow

Esta es la primera parte de una serie de dos partes que relata la lucha de Donna Murray y Shawn Love contra el cáncer de mama, desde el diagnóstico y el tratamiento hasta la recuperación. Aquí, Donna se enfrenta al cáncer de mama dos veces durante un período de 17 años y descubre que es portadora de la mutación del gen BRCA.  En la segunda parte, su hija Shawn descubre que también es portadora y comienza la lucha de su vida.

Shawn Love y su madre, Donna Murray, se enorgullecen de ser capaces de manejar cualquier problema que la vida les presenta. Por lo tanto, cuando ambas recibieron un diagnóstico de cáncer de mama en el lapso de unos meses, estas mujeres de High Point, Carolina del Norte, se enfrentaron a la enfermedad del mismo modo en que hacen todo lo demás: con la cabeza alta y completamente preparadas como familia.

Aun así, no se puede decir que la lucha fue fácil. En esta serie de dos partes, Donna y Shawn comparten sus procesos, desde el diagnóstico y tratamiento hasta la recuperación.

Escuchar a su cuerpo

Había muchos antecedentes familiares de cáncer de mama en la familia de su padre; por este motivo, cuando Donna se palpó un bulto en la mama derecha una mañana de diciembre de 1997, supo que algo no estaba bien. El bulto equivalía a la mitad del tamaño del pulgar y parecía una ciruela pasa. Sintió un vacío en el estómago.

Algunos días después, el ginecólogo desestimó el bulto. Pero Donna se negó a irse del consultorio sin una remisión para hacerse una mamografía. Esto dio lugar a una ecografía y después a biopsias con aguja gruesa, una cadena de estudios que confirmaron lo que temía Donna: tenía cáncer de mama, más específicamente carcinoma ductal in situ, en etapa uno. A pesar de su habitual actitud positiva, Donna, que tenía 44 años, se sintió devastada. “Piensas lo peor inmediatamente. No podía concentrarme; las lágrimas no se detenían”, recuerda. “Creí que nunca conocería a mis nietos”.

A Donna Murray le diagnosticaron cáncer de mama en 1998, y nuevamente en 2015.

En lugar de dejar que el miedo la consumiera, adoptó una actitud de lucha de inmediato. En enero de 1998, Donna se sometió a una tumorectomía y a una cirugía de reconstrucción con colgajo del músculo recto abdominal transverso, en la cual se utilizó tejido del estómago para reconstruir la mama derecha. La cirugía se consideró un éxito, y no se requirió quimioterapia o radiación. De hecho, la parte más difícil fue recuperarse de la gran incisión en forma de sonrisa que se extendía de cadera a cadera. Durante algunos meses, Donna tomó tamoxifeno, un medicamento que se les indica a las mujeres que tienen cáncer de mama con receptor hormonal positivo, que puede ayudar a prevenir la recurrencia de dicha enfermedad después de tomarse durante cinco años. Pero dejó de tomarlo cuando los sofocos resultantes se volvieron insoportables.

Un diagnóstico impactante

Durante los siguientes 17 años, el cáncer de mama fue un recuerdo desagradable pero lejano. Donna tenía un trabajo que amaba, dos hijas que vivían cerca y cinco nietos que adoraba. Los familiares corrieron carreras para apoyar la lucha contra el cáncer de mama y ayudaron a crear conciencia sobre la enfermedad en la comunidad. Todo estaba bien.

No se imaginaba que una célula maligna inactiva estaba incrustada en el tejido cicatricial de la mama derecha. Finalmente, fue detectada en una mamografía de rutina; y en abril de 2015, las pruebas confirmaron que se había convertido en cáncer de mama, específicamente en carcinoma mamario invasivo de grado dos en etapa uno.

Debido a que la enfermedad había regresado, los médicos le recomendaron a Donna que se hiciera la prueba de mutación del gen BRCA, lo que representaría un mayor riesgo de padecer cáncer de mama o de ovario para sus hijas. Cuando en los resultados del análisis de sangre se descubrió que era portadora, Donna se sintió llena de culpa. “Me di cuenta de que podía haberles transmitido la mutación del gen a mis amadas hijas y nietas”. Instó a Shawn y a su hermana, Melissa Nixon, a que se hicieran la prueba. Shawn concertó una cita de inmediato; Melissa decidió esperar.

Shawn, que aparece junto a su hija Kasey (izquierda), descubrió que era portadora de la mutación del gen BRCA.

La lucha contra una segunda ronda

Donna se preparó para luchar una segunda ronda contra el cáncer de mama. A principios de junio de 2015, los cirujanos le extirparon el tejido maligno y, al final del mes, se estaba preparando para comenzar con la quimioterapia. Se informó sobre lo que implicaba el tratamiento y se apoyó mucho en Michelle Majoy, su administradora de atención de Aetna. “Fue mi sustento”, dice Donna sobre Michelle. “Si tenía una pregunta o necesitaba una remisión o una precertificación, podía llamarla y ella me ayudaría. Pasé mucho tiempo hablando con ella por teléfono”.

Mientras las poderosas sustancias químicas le fluyeron por el cuerpo durante tres meses, Donna sufrió dolores similares a los de la influenza, brotes de náuseas y agotamiento de manera constante. Cambió la vajilla de plata por tenedores y cucharas de plástico debido a que sentía un gusto a metal en la boca en todo momento. Después de la comida pierde su sabor, que en su mayoría se comió mantequilla de maní y mermelada. Aprendió a cerrar la tapa y hacer correr el agua del inodoro dos veces después de usar el baño, a fin de evitar salpicaduras de sustancias químicas. Bajó 15 libras.

Y, luego, se le comenzó a caer el cabello. “Lo único en lo que pensaba después de comenzar con la quimioterapia era en el momento en que comenzaría a perder el cabello”, dice. La primera gran cantidad de cabello se le cayó después de finalizar la ronda inicial de quimioterapia. Donna usó gorras y un turbante para conservar la mayor cantidad de mechones posible. Cuando llegó el momento de afeitarse la cabeza, le pidió a su yerno que hiciera los honores en la cocina, acompañada por su familia. Su exesposo se afeitó la cabeza en un gesto de solidaridad, y Donna publicó una foto de su cabeza calva cubierta por besos de lápiz labial en Facebook.

Después de la quimioterapia, comenzó la radiación. Los tratamientos se realizaron cinco días a la semana durante seis semanas, y la dejaban solo con la energía suficiente como para volver al hogar después del trabajo y comer algo antes de dormir. A pesar de que los meses en los que recibió quimioterapia y radiación fueron agotadores para Donna, quizás la peor parte ocurrió al principio del tratamiento: en julio, Shawn descubrió que también portaba la mutación del gen BRCA. Como medida preventiva, los médicos le recomendaron extirparse los ovarios y las mamas.

Mientras Shawn y su familia se preparaban para las cirugías, también se endurecieron para luchar otra batalla.

La historia de Shawn y Donna continúa en Historia familiar, parte 2:“Está bien, hagámoslo”: cómo una hija superó el cáncer de mama y ganó la lucha de su vida.

Sobre la autora

Bonnie Vengrow es una periodista que vive en la ciudad de Nueva York, quien ha escrito para las siguientes revistas: Parents, Prevention, Rodale's Organic Life, Good Housekeeping y más. Nunca conoció un sendero para hacer excursiones que no le haya gustado y, actualmente, está trabajando para perfeccionar su postura sobre la cabeza en la clase de yoga.

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